miércoles, 30 de enero de 2008

SUBIENDO Y BAJANDO…

Siempre se me dio bien observar, y ahora observo desde aquí abajo la escalera, la observo una y otra vez y no me decido a subirla. Y es absurdo porque se lo que encontraré arriba. Sé que tus brazos me esperan, sé que tu piel ansia que suba a rescatarla de la soledad y el frío, casi puedo olerte desde aquí abajo.

Son apenas diez o doce escalones los que me separan de la torre del castillo donde el príncipe del cuento que todas hemos ansiado siendo niñas me espera. Sólo tengo que subir el primer escalón y ya no podré parar, estaré irremediablemente en el camino hacia tus labios, hacía tus besos, tus caricias y esa forma de mirarme cuando llega la mañana y despiertas a mi lado.

Pero observo la escalera y pienso en esos diez o doce escalones, tan poca cosa, tan insignificantes que son ahora, y pienso en lo difícil que será volver a bajarla. Hace días que tengo la certeza de que te irás, tengo la certeza de que vas a irte para siempre. No a comprar el pan el que me prepararás las tostadas con las que amanezco cuando duermes aquí. Bajarás cada uno de esos diez o doce peldaños, no sé porque no los conté aún, y nunca más los subirás. Los cuentos de príncipes y princesas no existen ya, quizás nunca lo hicieron, eso es algo que aprendí hace mucho. Y aunque tú ahora seas el príncipe de mis sueños, sé que el sueño acabará, que tus labios se irán contigo y todas las caricias con las que he descansado cada noche desaparecerán de mis sábanas para no volver dejando paso sólo a las huellas de tu amor sobre mi piel, tu olor sobre mi almohada y dejando cicatrices que ya no sabré como curar.

Y será entonces cuando quede sola en lo alto de la torre en la que ahora tú te encuentras esperándome. Será entonces cuando observe los mismos escalones desde arriba y tendré que bajarlos uno a uno y dejando en cada borde un poco de la tristeza que arrastrarán mis zapatos. ¿Entiendes ahora porque estoy aquí abajo pensando tanto en la escalera? Tengo terror a subir los peldaños que me pueden hacer bajar a los infiernos. Hay cosas que siempre he pensando que no están hechas para mi, de ahí mi certeza de que vas a irte.

Y aquí estoy perdida una vez más y sin saber que hacer. Perdida en el abismo de mis dudas y mis miedos, mis certezas y el futuro. ¿Pero sabes qué? Lo decidí, acabo de levantar el primer pie, mi pie derecho ya se posa en el escalón, y ya te dije que si empezaba no podría parar. Quizás esta escalera que hoy observo y subo, en un futuro tenga que bajarla sola y con el corazón hecho pedazos y guardado en una cajita de la que lo sacaré algún día de nuevo para recomponerlo pegando cada trozo, pero con la cabeza bien alta porque la cobardía nunca ha sido mi bandera. ¿Pero quien tiene una bola de cristal que lo ve todo? El riesgo es vivir, ¿y si me equivoco y sale bien? ¿y si mis certezas no son más que fantasmas? Espérame pequeño que sólo quedan un par de escalones.


PILU... PILUCHI...

* Hace días escribí esto para un jueguecillo que propuso una amiga en su blog... teníamos que escribir dos historias inspiradas en una foto de unas escaleras... la subida y la bajada... al final yo hice las dos cosas en la misma historia... Hoy me apetecía subirla a mi blog... espero que a ella no le importe...

sábado, 26 de enero de 2008

EL MIEDO

Me pareció extraño ver un hombre corriendo bajo aquella lluvia, pero no era la primera vez que veía a ese mismo hombre. Cada noche cuando estallaba la gran tormenta y el agua caía sin piedad, él salía a la calle, se sentaba en un banco frente al estanque del parque y dejaba que el agua le cubriera cada centímetro de piel, de ropa. Anoche decidí bajar y sentarme a su lado.

Me miró, me sonrío dulcemente y sólo me preguntó una cosa, ¿tú también crees que el agua te limpiará los miedos?

Y quizás el agua sí que limpie los miedos, o quizás no lo haga… Aquel hombre aún sigue sentándose en el banco cada noche de lluvia, no ha faltado a una sola de las tormentas… quizás tenga demasiados miedos y por eso vuelve y no deja de volver… Y yo poseedora de tantos he pensado que igual que bajé aquella noche podría sentarme a su lado en cada una de sus visitas lluviosas… aunque padeciendo de amígdalas desde siempre no sería buena idea… y después de mucho pensarlo mientras observaba desde la ventana a aquel extraño del banco, he llegado a una conclusión, o quizás a otro interrogante, ¿el miedo siempre es malo?

Puede que el miedo también sea necesario. Al mirarme al espejo, ese que me devuelve un reflejo que raras veces me gusta, comprendí también que el miedo es parte de la vida, es un fiel compañero. Comprendí que lo difícil es mostrarle la línea que no puede pasar, hacerle comprender que es un compañero de viajes, pero no es el guía. Supongo que sin él, el amor no colmaría tanto. Supongo que sin miedo todo sería más fácil. Pero también he de suponer que con su desaparición tantas cosas perderían valor.

Cuando consigo hacerle ver que su sitio esta a mi lado y no delante de mi, es entonces cuando mis alas vuelven a abrirse con el mismo esplendor de siempre y brillan tan rojas como siempre en el horizonte. Es entonces cuando levanto los pies del suelo, levanto la mirada y el hormigueo en la tripa aparece. Es entonces cuando vuelvo a sentirme viva y vuelvo a dormir en nubes de algodón, y siento de nuevo que el sol me ciega con su luz… con esa misma luz que desprenden mis labios…



Pilu... Piluchi...

jueves, 24 de enero de 2008

ME GUSTAN LOS DÍAS DE LLUVIA...

Me gustan los días de lluvia… caminar bajo el agua empapándome el pelo, la ropa, la cara, las manos, las pestañas, los pies… caminar bajo la lluvia pensando que al llegar a casa estarás allí esperándome y que al verme entrar completamente mojada correrás a la puerta a desnudarme… a quitarme cada prenda con esa dulzura tan tuya… pensar en como secaras cada gota de agua de mi cuerpo con la toalla frotándome para hacerme entrar en calor… en tus brazos rodeándome para que el frío desaparezca…

Pensar en tu bata, esa que me pones cuando sabes que tengo frío y me empeño en decir que no lo tengo y en como me obligas a ponérmela a pesar de mis negativas… si supieras lo que me gusta oler a ti cuando estoy dentro de ella… es como tenerte pegado a la piel todo el rato…

Y verte hacer la cena mientras estoy tumbada en el sofá… envuelta en tu bata… y mirar tu cara cuando asomas la cabeza por la puerta de la cocina, como para comprobar que sigo allí, que estoy bien, que sonrío y que no me fui… y me sacas la lengua… y como no sonreír cuando veo esos ojos al mirarme??... podría parar el mundo en ese instante… en realidad lo pararía en millones de instantes…

Ya seca… con el pelo alborotado de haberlo dejado secar con la toalla que me diste al entrar, y sin espuma, porque siempre dices que no me hace falta, que estoy igual de guapa sin ella… me siento en la mesa a cenar… y abres una de las botellas de lambrusco que compramos ayer juntos… y sacas esas copas con las que el vino sabe diferente… y encendemos otra vela… que la luz de las velas siempre es más íntima… y niño… que rica te sale la pasta… te dije que cada vez cocinas mejor??... y como no sonreír si te tengo ahí delante… y como no hacerlo si eres mi cura…

Tumbarnos juntos en el sofá después de cenar… taparnos con la manta… poner la calefacción… y apurar la última copa de vino en tus labios… y perderme en ellos… y dejar que mi cuerpo busque el calor en el tuyo… ronronear con cada caricia… con Sabina sonado de fondo… y dormirme en tus brazos…

Me gustan los días de lluvia porque siempre imagino que estarás esperándome cuando llegue a casa…


PILU... PILUCHI...

miércoles, 23 de enero de 2008

MARIPOSAS

Cada noche antes de dormir él le contaba historias de mariposas…

La primera historia que le contó fue la de las mariposas que vio volar alrededor de los rizos dorados de ella cuando subía por la calle el día que se conocieron… le relataba como mariposas blancas y brillantes le acariciaban el pelo aquel día y como gracias a ellas supo que sólo ella podía ser la mujer de su vida… sólo alguien rodeada de mariposas podía robarle el corazón… y ella era la dueña de todas…

Le hablaba a menudo de las mariposas que brillaban en sus ojos cuando el se acercó y le dijo que no podía dejarla marchar si antes no le aceptaba un café para poder observar mas de cerca las mariposas que la acompañaban… y de como se volvieron rojas todas esas mariposas mientras ella agachaba la cabeza y aceptaba sin saber muy bien porque…

Su vestido de mariposas… ese que llevaba puesto en su primera cena… las mariposas mas bellas y las mas puras que había visto jamás se posaban en cada pliegue de aquel vestido… él siempre describía cada una de esas mariposas porque se las llevo con él a la cama aquella noche y desde entonces no las deja marchar…

Le contaba de todas las mariposas de colores que se instalaron en su casa cuando decidieron vivir juntos… de como volaban a cada paso que ella daba… porque ella y nadie mas que ella sabía dar el aura perfecta a cada una de sus alas…

Le describía como las mariposas se apoderaban de su estomago cada vez que escuchaba la llave y la oía entrar en casa… de como seguían en él cuando la escuchaba entrar por el pasillo… y de como estallaban en un vuelo sin final cuando por fin la veía y ella se acercaba a besarle en los labios…

Cada noche él le regalaba una de esas historias de mariposas… se las susurraba al oído en el silencio de la noche mientras la abrazaba y le decía que las mariposas que guardaban su cama escuchaban tan atentas como ella…

Desde aquel día que estrenaron el ático en el que ahora viven, todas las noches las pasaron juntos… ni una sola ella dejó de escuchar esas historias antes de dormir… ni una sola… pero una noche el no pudo dormir en casa… problemas familiares le alejaron por esa noche de ese ático situado junto a las estrellas en el que vivían… y ella acostumbrada a las mariposas estaba segura de que todas se habían ido con él y que esa noche sin ellas no sería capaz de dormir…

Y llego la noche… y ella decidida a pasarla despierta esperando la mañana que le trajera de nuevo las mariposas de la mano de él… se dirigió a la cama… apagó la luz… se tumbó… cerró los ojos y abrazó la almohada… y al hacerlo la encontró… debajo de la almohada él había dejado una mariposa… la cogió entre sus manos… y abrió los ojos para verla y justo en ese momento la vio… puedo ver la mariposa de la almohada y todas las que el había pegado en las paredes y en el techo para que iluminaran la habitación… todo estaba lleno de miles de mariposas fluorescentes que lo iluminaban todo… y ella supo que esa noche igual que todas las demás, las mariposas la ayudarían a dormir… supo que él también dormía esa noche con ella…



PILU... PILUCHI...