sábado, 21 de febrero de 2009

CARTA PARA CUANDO DECIDAS LLEGAR...

Hoy he vuelto a pensar en ti, no tengo claro aún si prefieres café y tostadas para desayunar o si prefieres zumo de naranja natural con croissant, así que tendré que comprar un poco de todo por si acaso, no me gustaría que después de pasar la primera noche en nuestra cama no puedas desayunar a tu gusto. ¿Sabes una cosa? Creo que estás tardando demasiado, suerte que tienes que mi paciencia es tan grande como las ganas de que llegues.

Tengo también preparados los besos dulces del desayuno, los apasionados de la noche y los besos con sabor a disculpas para cuando te enfades conmigo. Las caricias con extra de compresión y tranquilidad para cuando el día en el trabajo te haya ido mal están perfectamente guardas y dobladas en el armario del dormitorio, así como los silencios que necesitarás justo antes de esas caricias, se que prefieres un poco de espacio después de un mal día.

Y ayer paseando por el parque que hay frente a casa me crucé con una pareja que estaba sentada en un banco y no lo pude evitar, ya se que tengo muchas miradas preparadas en el cajón de la mesita de noche para cuando llegues, pero tuve que robarles la mirada que él le dedicaba a la chica mientras ella le contaba alguna historia (no llegue a escuchar de que hablaban), pero me pareció tan perfecta que era egoísta que sólo se la quedaran ellos, así que ahora está guardada junto con el resto de miradas en el cajón, es una mirada preciosa, ya podrás verla por ti mismo cuando estés aquí.

En la puerta izquierda del mueble del baño, junto con las toallas, están preparadas todas las duchas que compartiremos y las conversaciones que tendremos mientras te afeitas. En la derecha he preferido poner mis llantos y mi melancolía para los días del mes en los que las hormonas se revolucionan y me pongo tan tonta, justo al lado he dejado un poco de paciencia para que puedas aguantarme esos días, reconozco que a veces me pongo un poco insoportable.
Tu respiración en mi nuca cada noche que dormirás a mi lado está debajo de tu almohada y los abrazos que te robaré en las noches frías de invierno están entre las sábanas bien escondidos para que no se caigan cuando las lave. Debajo de la cama he colocado el bello de mi piel erizado cuando me abraces y pensé en guardar allí también todas las risas que compartiremos, pero al final he decidido que esas me las llevo puestas, me hace feliz llevarlas conmigo.


Las locuras que haremos, las noches de fiestas con los amigos, las películas que veremos y los conciertos a los que iremos están todos en la estantería del salón, la de los libros, pero he dejado un hueco bastante grande para que puedas poner tú todo lo que quieras que compartamos. Mi enfados al ver el telediario y al hablar de política créeme que he intentado no guardarlos en ninguna parte y tirarlos todos, pero me ha sido imposible, esta tonta idea de pensar que aún podemos cambiar el mundo me persigue desde siempre, así que no me ha quedado más remedido que hacerle un hueco en los cajones del mueble de la televisión.

Nuestras épocas de crisis las he guardado en el altillo del pasillo, las puse muy al fondo para ver si con un poco de suerte tardan mucho en encontrar la salida. Lo que no puse junto con eso es la manera en la que superaremos esas crisis, porque creo que eso tendremos que improvisarlo, y en todo caso espero que traigas tú algo preparado para eso cuando llegues, no tengo intención de que una crisis cualquiera rompa todo lo que tanto me costó preparar.

Lo único que llevo un poco mal, principalmente porque ya no se donde guardarlas, son las ganas de hacerte el amor y dedicarte cada uno de los suspiros que me provoca pensar en ti. Como alternativa para que no se acumulen he probado a gastarlas con algún encuentro casual (nunca en nuestra casa) con hombres que conozco de vez en cuando, pero no resulta eficaz. Con ellos las ganas de hacerte el amor se convierten sólo en sexo y los suspiros en gemidos fugaces de un placer, que aunque reconozco que me satisface en algo, es tan efímero como el rato que paso con ellos. Por otra parte me alegra saber que no funciona esta opción, sería frustrante pensar que cualquiera es valioso para poseer todo aquello que guardo con tanto celo sólo para ti.

He ido preparando con mucho mimo y cuidado cada uno de los momentos y cosas que compartiremos. Junto con todo eso también he preparado esta carta de bienvenida para ti, de bienvenida a la vida que siempre te ha estado esperando y al amor que tanto has ansiado. Con ella quiero que entiendas que siempre ha habido un lugar del mundo que estaba hecho sólo para ti y una persona que nació para estar a tu lado.

Y quizás cuando la leas puedas pensar que tienes a la mayor loca que has conocido en tu vida delante de ti, pero para cuando llegues a esta parte sólo quiero que pienses que esta loca lleva toda la vida esperándote y que no creo que nadie pueda quererte tantísimo como yo, entre otras cosas porque ya te amaba sin saber quien eras, sin haberte visto pero con la certeza de que existías. Y sobre todo soy una loca que siempre guardó, junto con el resto de las cosas que fui acumulando para ti, la esperanza de que al cruzar alguna esquina o al entrar en algún bar te encontraría o me encontrarías, porque no podía ser de otra manera.

Si quieres, puedes abrir la puerta y marcharte ahora mismo, pero cuando cierres la puerta por favor no te olvides de recoger de la cómoda de la entrada lo primero que guardé para ti, la certeza de que al salir por esa puerta abras dejado detrás la oportunidad de vivir el amor que la mayoría sueña todo la vida y que sólo unos pocos tienen la suerte de poder tener. Tú decides.

PILU... PILUCHI...