miércoles, 10 de diciembre de 2008

CAMBIO DE PLANES...

De repente sin querer escuchas aquella canción que un día, muy lejano ya, una amiga te escribió en un papel, cuando apenas erais unas niñas, unas mocosas que soñaban con príncipes azules…

Cuando los recreos se pasaban entre bocatas de tortilla, planes para cambiar el mundo y la voz de él gritando tu nombre a lo lejos, porque siempre encontraba un hueco para escapar de su recreo al tuyo, para mirarte, hacerte reír hasta dolerte la cara y marcharse dejándote la certeza de que jamás habría mejor momento que ese… porque el mundo dejaba de importar y ambos os preguntabais, “que haremos si hay cambio de planes??”...

Nunca fuimos conscientes de que los planes podían cambiar tanto…

Suena la música… escucho la letra de nuevo después de casi 10 años, cierro los ojos y te veo… y las lágrimas caen… como te echo de menos, no se si hubieras podido imaginar jamás que te echaría tantísimo de menos… Pero hubo cambio de planes, el destino nos cambio los planes, y se que la excusa más cobarde es culpar al destino, pero en este caso fue el quien me arrebató tu risa, ni siquiera me dejó opción de lucharte, fue el quien se quedo contigo…

Aún puedo recordar la tarde en la que aquella amiga me regaló la hoja que llevaba escrita esta canción y me decía… siempre te recordará a él, pasarán los años y cuando la escuches le recordarás… No creo que en aquel momento fuera consciente del regalo que me hacía, ni de la razón que tenía… Por entonces ninguno imaginábamos que todo terminaría de aquella manera…

Terminar… Termina una historia cuando el amor es lo único que no ha muerto?? En días como este me niego a pensar que terminó, prefiero pensar que hubo cambio de planes…

Te quiero M… estés donde estés sé que siempre lo has sabido…

PILU… PILUCHI…





Hoy empecé a andar y sin fijarme
no sé cómo llegué frente a su calle,
pero al notar mi error, al girarme,
miré hacia atrás, sin querer, y ví su imagen.
Y recordé su voz bromeando en las tardes
diciéndome que harás si hay cambio de planes.
Hoy empecé a guardar todas sus cartas,
las fotos que encontré y algunas lágrimas,
pero al tratar de juntar en una caja
todo lo que me dejó olvidé cerrarla.
Y a veces sin querer, cuando todo está en calma
la sombra del dolor asoma su cara.
Y volveré a sentir la oscuridad, a beber la soledad.
Hoy tengo que dejar su castillo en el aire,
pisar el suelo, aceptar un cambio de planes.