miércoles, 2 de abril de 2008

EL NÁUFRAGO DE LOS SUEÑOS Y LA REINA DE CORAZONES...

Un día cualquiera; sin saber como, podríamos llamarlo azar o destino, la encontró.

Era uno de esos días, de esos días que no tienen nada de especial, de los que no recordarás por nada, de esos que pasarían a formar parte de las zonas más recónditas de la materia gris; pero de los que al final pasan a las primeras páginas de la historia de tu vida.

El protagonista de esta historia, el maestro, pensaba que su vida estaba resuelta, tranquila, sin más olas que las que producía una buena noche de tequila y limón, acompañado de alguna princesa de algún lejano castillo de arena...

Entonces digamos que por azar, apareció ella, como en la película, arrasando, digamos que como un tsunami que derrumba los castillos de la orilla, las sombrillas que protegen del sol, que asola todo lo que encuentra en su camino. El caballero, pensándola como una princesa más en su corte, se atrevió a jugar. Era un juego que conocía bien, él había creado las reglas, pero se olvido de algo.

Se preparó y formó sólo para ser el vencedor. Pero estaba tan preocupado de sacar un master en conquista y formación sexual, que olvidó matricularse en derrota y educación sentimental; no estaba preparado para saber como rozar su cuerpo sin provocar rozaduras en su alma.

Él creía ser dueño de todo solo porque en el sexo era un maestro; solía decirse, “... tanto el amor como el sexo, no necesitan de héroes dispuestos a morir, sino de entusiastas capaces de vivir sin más reto que mantenerse a flote y no naufragar...”. Su juego empezaba a dar los primeros frutos, iba ganando la partida, pero en uno de sus movimientos cometió un error, dejó su corazón al descubierto, y ella, siempre tan atenta entró. Y así fue como el maestro, dejó de serlo y se convirtió en el Naufrago de los Sueños y la princesa, esa débil princesa, se convirtió en la Reina de Corazones.

El naufrago de los sueños, se encontraba cada vez más a la deriva, cada vez era mayor el pánico que tenía para navegar, para nadar, se conformaba con llegar al puerto al que se le había asignado arribar. Sólo a veces se ponía el disfraz de marinero intrépido y exploraba nuevos puertos, surcaba océanos embravecidos, buscando a la Reina de corazones que le había hecho tropezar y le había robado el timón de su barco. A veces en las noches en las que se dejaba ahogar en algún vaso, era capaz de mostrar el desencanto e inconformismo con el papel que le había tocado vivir, donde se esperaba mucho de él, donde no sabía bien como encajar, y donde tantas veces no encontró fuerzas para decir no. En esas noches de naufragios en los océanos de los vasos, aparecía el marinero rudo, fuerte, con sentimientos, el que no tenía miedo de enfrentarse a ese mar embravecido, a esas olas gigantes, a esas fieras marinas, con el objetivo de llegar a ese puerto perdido y encontrar en el a la Reina de Corazones para que le acompañara en su huída.

Y la encontró, surcó los mares buscando la alta torre en la que ella lo esperaba, y la encontró. Y al tenerle cerca le susurro al oído como tantas otras veces, Naufrago de los Sueños, recuerda; “...Eres un nostálgico. Héroes dispuestos a morir por amor....Nadie muere por amor y los héroes ya no existen. Tanto el amor, como el sexo, necesitan valientes dispuestos a vivir nadando, necesitan Náufragos, como tú, que busquen a su Reina de Corazones para mantenerse a flote”

Así fue como ella hizo de su cuerpo altar donde él naufragaba cada noche. Y convertida ya en ladrona de sus sueños, sólo en las noches que el náufrago sucumbió a sus encantos, durmió y descansó. Pero, cuando la reina se ausentaba y no le protegía, volvía a dejar tras ella noches en vela desiertas de sueños. Soñaba despierto con apacibles noches de descansos y sueños, y añoraba en su cama a su reina de corazones, la dueña de las cicatrices que le roban la calma.

Recordando aquel día cualquiera, en el que sin saber como, podríamos llamarlo azar o destino, la encontró; recordando aquel día en el que aún creía en las princesas de castillos de arena y recordando aquellos tiempos en los que aún el Naufrago era maestro, se descubre al mirarse, marcado por la huellas de la musa que no creyó ser nunca dueña de nada y que en realidad era la Reina de Corazones. Ahora vive con las cicatrices que inevitablemente dejan los arañazos en el alma y a la espera de las noches en las que ella decida volver, para así el Naufrago de los Sueños ser capaz de reconciliarse con sus sueños.



PILU... PILUCHI...


* Esto es algo que escribí hace algo de tiempo ya, en realidad lo escribí con ayuda, no todo el mérito (si es que puede tener mérito) no es sólo mio. Y no se porque me apeteció subirlo hoy... supongo que cuando pasa el tiempo y las heridas dejan de doler y de sangrar ya no duele poder recordar cosas del pasado... y ahora que esta historia dejó de dolerme puedo recordarla...

Nunca me han gustado los reyes ni reinas... pero una vez en mi vida hice la excepción de ser la reina del corazón de alguien... quizás sea la única monarquía que pueda aceptar... no le hace daño a nadie...

Besos y abrazos para todos... espero que disculpeis mis ausencias... el trabajo, los estudios y la salud me lo han impedido... intentaré no asusentarme demasiado... pero tengo que dar las gracias a todos los que pasais aún cuando estoy desaparecida... Muchos abrazos de verdad...

14 comentarios:

Lunazul dijo...

Hermosa historia, nenita. Y aunque el náufrago de esta historia terminara arribando en otro puerto desconocido, siempre quedan los recuerdos. Quédate siempre con lo bueno, y sonríe porque sucedió. No todo el mundo puede vivir en su vida historias así de especiales :)

Un abrazo, preciosa. Muchos besos :)

Anónimo dijo...

Bonita historia.

Alguna vez todos hemos sido ese náufrago, y hemos adorado a esa reina de corazones. El problema viene cuando la reina de corazones se tira un farol, y caes en su trampa.

Pero estoy de acuerdo contigo, este tipo de monarquía no hace daño a nadie, y si lo hace, sólo podemos aceptarla y disfrutar de ella todo lo posible...

Gracias por tu relato...

Está bien escribir sobre antiguos dolores, que no pudieron con nosotros, que nos hicieron más fuertes...

Un saludo ;)

CARMEN dijo...

Es una historia muy especial y bonita a la vez.
De todo se aprende, nena. Yo te diría que no descartes volver a ser otra vez "reina de corazones". No todas las historias tienen que terminar mal.
Un besito, se feliz y cuidate mucho.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la historia y me alegra tu vuelta!

Samuel dijo...

Qué bonito Pilu!!! Sigue sacando esas historias del cajón de los recuerdos, seguró que nos enamorarás a todos!

pennylanebcn dijo...

Hermoso relato, Pilu.
Las cicatrices duelen pero significan que un día estuvimos vivos.
Es curioso como nos empeñamos en cerrar nuestra puerta a cal y canto y de repente llega alguien y la echa abajo sin que podamos evitarlo.

Un abrazo.

Regina

Anónimo dijo...

Me gusta la nueva imagen!

Rodolfo Serrano dijo...

Me encantan las historias de náufragos

Pilu...Pilar dijo...

Este fin de semana he vuelto a ser testigo de cuanto te gustan las historias de náufragos Rodolfo... He vuelto a escuchar en boca de Ismael una preciosa historia de un náufrago en una isla... Por más que la escucho nunca deja de emocionarme...

Un abrazo Rodoldo...

Lunazul dijo...

Nena, te dejé una cosita en mi blog, jeje!

Besitos, guapa! :)

Samuel dijo...

Pilu, no nos abandones! Te necesitamos!

Anónimo dijo...

Gracias Piluchi y enhorabuena a ti también. Es un honor compartir ese premio contigo, más aún viniendo de donde viene. Tanto tus atenciones como las de Lu me son de gran ayuda. Te habrán contado, imagino, que no paso por una situación demasiado cómoda, pero saberme tan bien acompañado me alivia mucho.

Gracias otra vez.

Sebas dijo...

Me quede maravillado de tu bella historia.
Me alegra mucho que nos hallamos cruzado, por ti y por que sigamos con las visitas y como alguna ves me dijo el señor Serrano: ¡vivan los sueños que nos mantienen vivos!

Anónimo dijo...

¡Enhorabuena por el blog y por tu hermosa forma de escribir!
Particularmente esta historia me ha gustado mucho y me ha ayudado a superar el vértigo que inunda mi vida de un tiempo a esta parte.
Siempre es un placer descubrir nuevos universos, nuevas formas de entender la vida, así que me alegro enormemente de haberte encontrado.
Yo tengo un humilde desván donde voy dejando pedacitos de mi alma, así que si quieres devolverme la visita, te espero con los brazos abiertos.
Quizás juntos podamos distinguir la primera estrella a la izquierda al anochecer.
Un beso fuerte, Campanilla.