jueves, 11 de marzo de 2010

El mismo día de siempre...

El mismo día de siempre, los mismos problemas, las mismas conversaciones, el mismo restaurante, las mismas caras cada día… era casi como vivir en el día de la marmota... y nunca lo había pensando… quizás todo era tan normal que nunca había pensado que siempre era igual…

Pero ese día algo cambió… la hora de siempre para comer, la misma mesa pero algo cambió… estaba él y las mesas estaban tan cerca que casi comían juntos… miró a su izquierda y lo vio y fue como ver pasar miles de días iguales por su cabeza, justo en ese momento se dio cuenta de cómo de iguales eran todos los días porque ese era distinto… él estaba allí y sin ni siquiera saberlo había cambiado su rutina, o había creado una nueva…

Al día siguiente volvió a comer a la misma hora, volvió a su mesa y a los pocos minutos llegó él… se sentó a su lado, en la mesa de la izquierda, y de nuevo comieron juntos… él no lo sabía pero de nuevo comían juntos… ¿cómo es posible que alguien marque el ritmo de tus días sin saberlo?
Ella esperaba ansiosa la hora de la comida cada día para verlo, para comer con él, aun sin saber su nombre, sin saber nada de su vida, pero lo esperaba como quien espera el soplo de aire que te ayuda a respirar en los días calurosos de verano…


Se arreglaba para él, se maquillaba para él, se peinaba para él… para esa hora diaria que pasaba a su lado, para ese momento del día en el que llegaba a sentirse tan feliz como cobarde… como la misma cobarde que había sido siempre, incapaz de mirarlo a los ojos y por una vez decirle algo más que el “hola” que salía de sus labios cada día a las dos de la tarde. Tan cobarde como había sido toda su vida, creyendo que ella no podía ser la elegida, prefiriendo guardar hasta que durara ese momento del día…

Se convenció de que era mejor quedarse con lo que tenía que dar un paso que la dejara sin nada… quizás porque el miedo a perder lo único que la había hecho sentirse viva en años había paralizado cualquier posibilidad de intentar algo más… la vida real no se le daba bien y aquello no era más que un sueño, y en los sueños todo es posible o al menos no duele tanto…

Quién sabe si algún día todo cambie de nuevo y al fin ella decida poner los pies en la realidad… quien sabe si algún día él se dará cuenta de que tiene justo a su derecha la oportunidad de vivir un sueño… Hace no mucho pasé de nuevo por el bar y allí seguían, comiendo juntos en mesas separadas, quizás algún día decidan compartir mesa y quizás… quizás compartir sueños y realidad a partes iguales…

PILU... PILUCHI...

2 comentarios:

Nutria dijo...

Que bonito nena, me ha encantado y es verdad, el miedo hace que perdamos el tren en el que podiamos subir para hacer ese viaje en el que quizas hacer realidad nuestros sueños. Pero por su culpa en muchas ocasiones dejamos pasar ese tren y nos quedamos sin saber si en realidad cumpliriamos nuestros sueños o nuestras pesadillas que también podria ocurrir. Deberiamos de enfrentarnos mas a nuestros miedos para poder arrepnetirnos de dar el paso y no de dejar pasar la oportunidad y quedarnos siempre con la duda de que habria sucedido.

Vigilante dijo...

Me encanta ver que vuelves a escribir y mas de esta manera. Quizás el también espere ansioso que llegue la hora de comer, y ambos enamorados, tan lejos y a la vez tan lejos. Espero seguir leyéndote. Un beso desde el mediterráneo de un paisano Andaluz.