miércoles, 3 de octubre de 2007

AUTOBUSES

Autobuses… paso mucho tiempo de un lado a otro en autobuses… y siempre me ha gustado observar a la gente que me acompaña de parada en parada durante mi trayecto…

Puedes ver tantas cosas cuando observas a la gente… cuando les oyes hablar por el móvil o con la persona del asiento de al lado, que la mitad de las veces da igual si se conocían antes o no, lo curioso es lo que hablan en ese momento… es increíble lo que ves en la gente cuando les observas y ellos no lo saben… no siempre lo que ves es bueno, es cierto, pero merece la pena observar, escuchar… puede llegar a ser maravillosamente curioso…

Alguna mañana, demasiado temprano y con mas sueño del que quisieras, te montas en tu autobús de todos los días… te sientas y observas que tu “pequeña familia” esta allí… la señora mayor del primer asiento que lleva a su nieto sentado en las rodillas y dormido como todas las mañanas… esas dos señoras que se sientan un par se asientos por delante tuya y que como cada día se cuentan la cena del día anterior, las camisas planchadas y comentan la poca vergüenza del hijo de no se quien el sábado en salsa rosa… el chico del final del bus, sentado con la cabeza baja como siempre y con su mp3 a volumen de concierto mañanero…

…y miras a la chica morena del asiento de al lado, que piensas que no tendrá más de 15 años, con su carpeta apretada contra el pecho, y recuerdas que ya lleva varios días triste, no la ves sonreír, y casi que llegas a preocuparte por ella, en realidad ya lo estas haciendo… sólo tiene 15 años y ya perdió la sonrisa? donde vamos a llegar??... y escuchas que le suena un mensaje en su móvil, y ella se apresura a leerlo… y sonríe, sonríe como hacía días que no la veías… quizás era su enamorado… quizás era la amiga con la que estaba enfadada… y te das cuenta que te alegró la mañana porque tu sonrisa se dibujo a la vez que lo hacía la suya… y ya mereció la pena no quedarte dormida esa mañana y coger el autobús de siempre, ese en el que va tu “pequeña familia”…

Y a la salida del trabajo de nuevo al autobús… te sientas en el único asiento que queda libre… y a tu lado esa señora mayor que guarda en sus canas más sabiduría de la que crees que serás capaz de acumular tú jamás… y te sonríe… y cuando quieres darte cuenta hace rato que te está contando alguna historia… y escuchas atenta porque sabes que te está regalando un poco de esa sabiduría que la precede… y la escuchas porque sabes que la estas haciendo feliz… probablemente su destino es el asilo que hay frente a tu casa, justo al lado de la parada en la que te bajarás… y la sigues escuchando porque además es probable que haga tiempo que nadie la escucha… y su sonrisa cada vez que le contestas a lo que te cuenta te devuelve las fuerzas que perdiste currando esa mañana... llegas a tu parada, te bajas y como bien intuiste ella baja contigo… y te toma la mano al bajar del bus… te vuelve a sonreír como sólo las ancianas saben hacerlo… te da las gracias y te dice “ya sabes hija, cuídate mucho que la vida ya no es lo que era, te lo dice esta vieja que tiene mucho vivido”… y le das un gracias que te sale desde lo más hondo… mereció la pena currar esta mañana sólo por encontrar ese regalo de camino a casa…

Autobuses… tantas historias viajando juntas… tantas vidas compartidas por pequeños momentos...


PILU... PILUCHI...

5 comentarios:

Rodolfo Serrano dijo...

Yo también viajo todos los días en autobús. Tu texto me ha parecido real y hermoso. Es verdad que, al final, conoces a la gente y es tu "peqqueña familia.
Un beso

CARMEN dijo...

Una historia muy cotidiana,muy real.Todas esas personas con las que te cruzas todos los dias en el autobus o en el metro y que echas de menos el dia que falta alguna.Incluso que acabas saludando despues de verlas todos los dias durante mucho tiempo.
Bonito relato Pilu.

Azul dijo...

Yo hace mucho que dejé de viajar en autobús... casi tanto como de viajar en metro, o renfe...

Mi fobia por aquello de las apreturas... por el agobio de la gente... ...

Recuerdo como te reías el día que te contaba aquello... "señor, baje el brazo, que le juro por mi vida que yo le agarro, pero... POR DIOS BAJE EL BRAZO!!!!"...

Hace mucho que algunas fobias me ganaron la partida... mucho...

Bonita, como siempre...

Un beso nena...

Alicé dijo...

Creo que es lo único que echo de menos del transporte público...

Al menos me he librado de las cosas malas, que también abundan.

Paseando por tu nube dijo...

Yo echo mucho de menos el transporte público, las pocas ocasiones que tuve la suerte de utilizarlo me encantaba, leía como una posesa, ahora me es mas complicado poder arañar minutos al día para mi gran vicio.
Ahora esa pequeña familia la encuentro en mis atascos, puedes creerte que coincido con muchos coches (y sus conductores, claro) ocurre lo mismo que en el autobús, aunque no cedes ni te ceden el asiento y tampoco puedes intercambiar ni un buenos días, si, me dá pena, pero me es indispensable el coche para mi desgracia.
Que bonito tu post, que bien lo has expuesto.
Un beso cielo